Si necesitas un respiro del ruido y la actividad frenética de la ciudad o buscas encontrar espacios de quietud y conexión con la naturaleza, en esta guía, nuestro compañero experto en ecoturismo, Nicolás Echenique (OG 2003), compartió sus cinco destinos favoritos en la zona central de Chile.
Inspirado por su experiencia como Scout en el Saint George y su pasión por la montaña y el océano, Nicolás fundó hace diez años Coigüe Expeditions (@coigueexpeditions) una empresa dedicada a diseñar y llevar a cabo visitas guiadas privadas para extranjeros que desean descubrir la riqueza y la diversidad de nuestro territorio.
Hoy nos entrega sus consejos y recomendaciones para disfrutar al máximo de rincones naturales únicos de la zona central. “Estos paisajes sin ruido, en soledad, donde no hay mucho tránsito, son instancias que nos permiten en el fondo reencontrarnos con nosotros mismos”, reflexiona.
1. Parque Andino Juncal
“Es un parque privado maravilloso, es sitio de conservación de humedales, que alberga muchas especies de aves, principalmente el chorlito cordillerano”, cuenta Nicolás que añade que también se están viendo muchos guanacos en la zona.
En el parque hay aproximadamente 24 glaciares, seis humedales importantes y numerosas fuentes de agua prístina. Gracias a esto, en 2010, recibió la categoría de protección Ramsar, un protocolo internacional para la protección de humedales. El Glaciar Juncal, el más grande de la región, se encuentra a 9 kilómetros de la entrada.
“Es una gran experiencia para todo público realmente, porque no es de alta montaña. No se trata de subir una gran cumbre, como un gran desafío, y no necesitas estar en perfecta condición física, ya que se camina a través de un valle, el valle Juncal, que es por donde pasa el principal río tributario del río Aconcagua, el río Juncal”.
“Hay que llegar muy temprano, pues las altas temperaturas hacen que ciertos ríos traigan más agua durante la tarde y es necesario cruzar uno -que no presenta mayor dificultad-, por lo que se pide hacer el cruce de regreso antes de la una de la tarde”, advierte Nicolás.
“A pesar de esta estación seca prolongada que tenemos, en la cordillera uno aún puede encontrarse estos lugares que mantienen vegetación durante todo el año, salvo en el invierno, cuando todo se cubre de nieve”.
2. Monumento El Morado
El Morado es una excursión clásica en el Cajón del Maipo, aunque el glaciar, en la cara sur del monte, ha disminuido dramáticamente en los últimos años. La caminata río arriba hasta la laguna Morales ofrece impresionantes vistas de la cara sur del cerro El Morado y del Glaciar San Francisco.
“Nos permite caminar en paz con el aliento del ritmo de la caminata. Y ya en el fondo el simple hecho de estar ahí nos da paz, nos relaja y nos da sentido”, nos alienta nuestro compañero.
La caminata comienza en Baños Morales y se adentra en un área protegida de 30.09 km² declarada Monumento Natural en 1974. El primer tramo es empinado pero agradable, con vistas de las montañas cercanas y singulares afloramientos de aguas subterráneas. Después de aproximadamente una hora de ascenso, se llega al sector de Aguas Minerales Panimávidas.
Esta excursión se puede realizar durante todo el año, incluso durante los inviernos nevados con raquetas de nieve o en primavera y verano, cuando el valle reverdece.
3. Bioparque Puquén
“Hay personas que no están dispuestas a hacer grandes caminatas, pero sí pueden considerar paseos. Una recomendación que les puedo dar es el Bioparque Puquén, casi en el límite entre la Quinta y la Cuarta Región, que es una visita de medio día”
Es un sitio prioritario de conservación en la V Región por su grado de endemismo y se están haciendo esfuerzos para reconocerlo como Santuario de la Naturaleza en una zona de gran presión inmobiliaria. Entre las principales especies que se encuentran en el bioparque están el chagualillo y el lúcumo silvestre, un pariente de la lúcuma, que es endémico de la zona y se encuentra en muy pocos lugares en la costa sin intervención humana.
“Es una especie que nos habla de cómo era el clima anteriormente, mucho más tropical. De hecho, es una especie tropical al igual que la palma chilena, dando cuenta de que estos ambientes eran mucho más húmedos hace miles de años atrás”. explica Nicolás.
“Aquí el principal atractivo es el Puquén, que en lengua Molle significa soplido de ballena. Una entrada de mar que empuja, que hace presión en una cueva, lo que hace que salga un chorro”.
Nicolás destaca una colonia de lobos marinos en la cercana lobera y la gran posibilidad para observar en esta época aves como el piquero, que anida en la zona durante el mes de febrero en un islote próximo.
“Y para darle valor agregado a esta visita costera, se está trabajando en el tramo de Cachagua - Papudo, un circuito por el borde costero muy interesante que vale la pena conocer. En esta caminata es muy probable encontrarse con el pingüino de Humboldt y con el Chungungo, el mamífero marino más pequeño del mundo”.
4. Glaciar La Paloma
Tener un encuentro cercano con este enorme glaciar es una de las expediciones favoritas de Nicolás, que nos permite recorrer el Santuario de la Naturaleza Yerba Loca, un área protegida cuya entrada está en la curva 15, camino a Farellones.
“Este es un circuito largo, que requiere acampar, por lo que recomiendo a quienes quieran hacerlo contactar a Javier Morales, arriero que conoce muy bien la zona”, dice Nicolás. ¿Por qué la ayuda? Javier lleva los equipos al lugar del campamento, y al día siguiente vuelve por ellos para regresar al estacionamiento y esperar a los aventureros al término de la caminata. De esta manera se camina liviano llevando lo justo y necesario para cada día de caminata (ración de marcha, agua y abrigo).
“La cultura de los arrieros se está perdiendo. Tener caballos tiene un costo muy alto por los problemas de acceso al forraje para los animales. Así que en la medida que las personas los conozcan, los contacten, estaremos ayudando a que la sabiduría de este oficio no se pierda”, explica Nicolás.
El tramo del sendero hasta el lugar de acampada es de 10,5 km que se recorren en cinco horas. Se asciende regularmente con poca pendiente por el margen del río Yerba Loca, que se adentra lentamente en las montañas dando paso a la roca desnuda.
Se acampa en un impresionante paraje cerca del río, al pie de una cascada que se congela en invierno, y en la mañana siguiente se comienza la caminata hacia el mirador del glaciar La Paloma.
El primer tramo consiste en cruzar el estero Yerba Loca y luego se atraviesa una gran planicie conocida como “Campos de Marte”, pasando por “Piedra Carvajal”, antiguo refugio de piedra utilizado por arrieros y posiblemente construido por los Incas. Luego de unas dos horas se comienza a apreciar el Glaciar La Paloma y un paisaje único.
5. Parque Nacional La Campana
El paseo que recomienda Nicolás en el Parque Nacional La Campana requiere de logística, pero es otro de sus favoritos. “Necesitas un chofer que te lleve a la entrada norte del Parque Nacional La Campana, en el sector Ocoa, para comenzar una ruta, que es como una travesía, para llegar a la entrada sur del parque, a una de las dos entradas en el sector Cajón Grande”, señala.
Durante la caminata de 11,5 kilómetros se pueden apreciar diferentes ecosistemas y especies de árboles. En la ladera de exposición norte veremos la Palma Chilena, la más austral del mundo y única representante del género jubaea. Y tras cruzar el cerro, en la ladera de exposición sur en un área con más vegetación, podremos apreciar el Roble de Santiago, el más septentrional del mundo que en esta época resalta con su follaje otoñal.
“Aquí, si bien es necesario tener cierta condición física y llevar mucha agua, lo interesante es que no vuelves por el mismo lugar y lo puedes hacer durante todo el año, aunque en invierno hay que acceder a ciertos destinos con raquetas de nieve y depende mucho de que no vaya a llover”, dice este experto en excursiones.
Nicolás recomienda comenzar la caminata en la mañana, para evitar el sol intenso en el sector de exposición norte, donde se encuentra la población más importante de palma chilena. Después de cruzar la montaña, el paisaje cambia y se vuelve más sombrío, influenciado por la Camanchaca, y se puede observar la población de Nothofagus Macrocarpa o Roble de Santiago.