Catalina y Magdalena Salazar, dos georgianas y hermanas que juegan un rol clave en la organización del evento de este viernes, reflexionan sobre el significado de esta reunión que será un momento único e histórico para reconectarnos.
La organización de la Old Georgians Night entraña enormes desafíos logísticos y promete ser el mejor y más entretenido evento online que se haya hecho hasta ahora en Chile, con miles de asistentes que llegan con la expectativa del reencuentro.
Lo mejor es que participar en la organización ha permitido recuperar viejos vínculos, “que es lo que lo hace más fascinante”, sostiene Catalina Salazar (MOG 1994), mientras que Magdalena Salazar (MOG 1992) destaca la capacidad georgiana de asumir una causa en equipo aportando talentos y herramientas. “Me subí al carro para unir personas por una causa fraterna”, sostiene, recordando que la solidaridad se entrelaza con la música en un Festival de la Canción con intérpretes de más de 30 generaciones distintas.
Que sea una celebración histórica y cargada de nostalgia, y en el año más extraño del que tengamos memoria, no quita que sea una instancia colmada de futuro. “Este evento lo que ha logrado articular ha sido fascinante, porque es una oportunidad de reconectarnos. Una posibilidad cierta de reunirnos con varios que en su minuto no vimos”, añade. “Qué bueno esto de revivir momentos que habían quedado estáticos como si fueran fotografías. Reconectar entre todos tejiendo una nueva historia, esta vez siendo mucho más conscientes”, agrega esta productora, quien fundó y dirigió TECHO en República Dominicana y Haití.
Magdalena, escritora y cuentacuentos, cree que se abre una opción de generar un vuelco anímico y espiritual importante en muchos georgians que, como es natural, puedan estar atravesando por un momento difícil. “Esta Old Georgian Night me pareció una oportunidad para darle energía positiva a estos casi seis meses de pandemia. En esa misma línea, ella ha asumido la creación de campañas para apoyar a compañeros que lo están pasando mal. Creo que el trabajo colaborativo y la empatía es la mejor manera para mover al mundo y evolucionar como seres humanos”, sostiene la escritora.
Una forma de retribuir lo recibido
Con su entusiasmo puesto en pos de realizar este encuentro, Catalina y Magdalena Salazar creen que retribuyen a la comunidad todo cuanto recibieron en sus años de estudiantes. “Al estar en un colegio mixto crecí sintiendo siempre que no había diferencia de valor entre un hombre y yo. Que éramos compañeros, que éramos simplemente personas”, dice Magdalena, quien agrega: “El colegio me ayudó a hacerme más fuerte sin dejar de lado mi sensibilidad. Aprendí de la diversidad”.
Magdalena Salazar (MOG 1992) es escritora y cuenta cuentos.
Se trata de una mirada del mundo y de la vida más integral, que también comparte Catalina. “Me interesa latir en la acción o en la quietud, sentirme viva, escucharme y conectar con energías que fluyen y nutren. Me interesa aprender, conocer y crecer. Valoro lo natural, las cicatrices, lo transversal, hacer yoga, gozar de buenas conversaciones, de reír hasta que duela la guata. ¡Me gustaría después ser una vieja canosa llena de chispa!”, señala en una verdadera declaración de principios.
“Estar en el Saint George me inyectó el deseo de vivir con los ojos abiertos, mirar más allá de lo próximo, sintiendo con el corazón. Aprendí a escudriñar la verdad, a rebelarme contra las injusticias, entender que la diversidad es natural y hermosa, lo que me contagió las ganas por servir y desarrolló en mí esa capacidad crítica, la capacidad de creer en mis propias opiniones, de ser libre y capaz de reconstruirme varias veces, de cambiar el rumbo sin tener miedo, llevando a veces mochilas con piedras adentro como si fuesen flores”, añade.
Catalina Salazar (MOG 1994) es productora. Entre sus proyectos, fundó y dirigió TECHO en República Dominicana y Haití.
Magdalena, en tanto, reflexiona sobre su camino para llegar a ser la mujer que es hoy. “En el colegio me formé como observadora, pude aprender de lo humano. Ahí aprendí a leer no solo las palabras, sino que también a las personas. De mi trabajo creativo puedo destacar la búsqueda por la sensibilidad, la belleza y la importancia de los vínculos. Escribir es siempre la búsqueda por encontrarnos con otros desde la sinceridad”.
¿Cuál es el espíritu georgiano que les gustaría entregar a las próximas 50 generaciones de mujeres?
Catalina: El ser conscientes, despiertas, constructoras de caminos que incluyen. Mujeres con humildad, que gestan en un marco de horizontalidad, con sabiduría, honestidad, que irradien y contagien. Valoraría la creatividad e integridad.
Magdalena: Para los 50 años que vienen me gustaría entregar un sentimiento arraigado de compromiso con lo humano, la ecología y la creatividad. Me gustaría que las mujeres confíen en sí mismas como gestoras en todos los ámbitos.
¿Cuál creen ustedes que fue el sello de las mujeres de sus generaciones?
Catalina: La variedad, la misma variedad que hay en el mundo real. No se regía por estereotipos o patrones. Al revés: sentí que cada una construía a su modo. Se formaban grupos, pero a la hora de fumarse un cigarro en el baño, todas éramos hermanas en esa intimidad...
Magdalena: Siento que las mujeres de mi generación eran libres. Sabían lo que valían y cada una se inventó un espacio donde poder ser. Podría decir que en general existe una feminidad donde se conjugan fuerza, generosidad y alegría.
Con la mirada del 2020, ¿cuáles son sus reflexiones respecto del espacio que tuvieron las mujeres en el Saint George en los años en que fueron estudiantes?
Catalina: El mismo espacio que me gustaría que tuvieran las mujeres por siempre. Uno natural. Nunca fue tema para mí, nunca sentí que fuesen distintos nuestros derechos por ser mujeres, desde que jugábamos al pillarse, hasta grande en cualquier escenario. La gran diferencia es que podíamos usar el pelo largo y jumper, detalle que no hemos logrado evolucionar aún, pero de ese lugar salían mujeres con power, con todas sus habilidades bien desarrolladas.
Magdalena: Los hombres eran amigos leales, por lo tanto no teníamos que competir con ellos. Lo que sí creo que no teníamos tan claro era el concepto de sororidad en algunos casos.
Si tuvieran que escoger una mujer de la comunidad georgiana que les ha servido como un modelo a seguir o que les ha inspirado, ¿a quién escogerían?
Catalina: Viajo a mi primera infancia. Escogería a la Pancha Ferreti y la Gisela Tapia, que en su rol de formadoras siempre valoraron mi espontaneidad, mi alegría y entusiasmo, pese a que me costaba mucho callarme y sentarme. Nunca quisieron cambiarme o moldearme. De ellas aprendí que los niños no se “enseñan”, sino que se acompañan en el camino.
Magdalena: Una mujer que me inspiró muchísimo en mis años de estudiante fue mi profesora de castellano Oriana Martinez. Ella me miró de frente y me enseñó a confiar en mí.
¿Qué tema o foco debería estar en el centro del evento de los 50 años de la llegada de mujeres al colegio?
Catalina: Destacaría el presente. Resaltaría que las georgianas somos para siempre, no es un estado ni una etapa que puede ser parte del pasado. No fuimos georgianas solo mientras estuvimos ahí, sino que seguimos siéndolo, porque lo que hemos construido ha sido gracias a herramientas que nos dieron en ese espacio, en este tiempo.
Magdalena: Ojalá que el foco esté en respetar todas las formas de vivir y expresar lo femenino. Creo que aún queda mucho por aprender de cada mujer entre nosotras. Admirarnos y respetarnos sin ideologías. Que ser mujer nos haga hermanas pero sin establecer un solo modelo de ser. Que cada una se sienta libre de hacer su camino sin ser nosotras mismas las que nos juzguamos.
Y para terminar: ¿qué es ser una mujer georgiana?
Catalina: Es ser una mujer que se conoce, que conoce el mundo que le rodea y es capaz de desenvolverse con fluidez, con liderazgo, con autonomía y creatividad. Una georgiana se siente a leguas y deja huellas.
Magdalena: Es ser una persona fuerte pero con todos los matices de la sensibilidad. Ser personas que confiamos en nuestros recursos y somos generosas para compartirlos. También somos mujeres que siempre vamos por el camino de la libertad.