Flaquea, se tambalea, a veces parece desmoronarse, pero siempre porfía resistiendo entre el fastidio y la fatiga del encierro. Es lo que ocurre con la esperanza cuando vemos que este remezón sanitario y económico parece ensañarse más con aquellos que menos tienen, los más vulnerables, sobre todo niños y niñas que son, de por sí, vulnerables entre los más vulnerables, y que hoy, debido a las carencias materiales de siempre y los trastornos derivados del confinamiento, se ven impedidos de asistir a sus clases remotas y de recibir la terapia que permite resignificar las experiencias de traumáticas atenuando las heridas que han sufrido, una acción que se inscribe en el plan integral de apoyo que presta Fundamor a 180 niños cuyos derechos han sido vulnerados.
Es el caso de Rocío, que a sus 15 años, se encuentra viviendo con su madre debido a la pandemia. Es un espacio digno, pero es apenas una habitación, y su madre no cuenta con los medios tecnológicos para que siga recibiendo apoyo terapéutico y acceda a sus clases online. Todo lo que hoy necesita es una tablet y conexión a internet.
“Hasta ahora no ha podido asistir a clases a distancia que imparte su colegio”, afirma Carola Gana, directora de Fundamor, quien observa, impotente, el golpe que supuso para todos la emergencia sanitaria en curso. Alrededor de 40 niños permanecen bajo el cuidado directo de la entidad, mientras que el resto, unos 140 más, permanecen en sus respectivos hogares a efectos de propiciar una dinámica familiar de convivencia sustentable y de reconstruir vínculos en base a la protección de derechos de niños, niñas y adolescentes. Es con este grupo que el confinamiento ha causado problemas severos.
“No se imaginan la tristeza que es ser testigo directo de cómo los niños y niñas no puedan participar en sus clases o no puedan hacer las tareas en igualdad de condiciones que los demás. En sus casas no hay ni siquiera un computador, por lo que deben hacer todos sus deberes escolares desde los celulares de los adultos”, señala.
“Ha sido muy complejo para los procesos de aprendizaje y terapia de niños y niñas que participan en Fundamor. La conexión digital es fundamental para dar continuidad a sus procesos educativos y tratamientos, y de esa manera vamos a poder evitar que esta crisis siga acrecentando la brecha educacional que ya deben salvar. Es la oportunidad que tenemos de ser un puente entre dos realidades, lo que nos permite conectarnos y crecer en el fortalecimiento de una sociedad más justa y equitativa”, agrega Carola Gana.
Mismo parecer tiene el sicólogo Alex Suárez, quien destaca el impacto que una simple tablet puede tener en la vida de los niños. “Conozco a dos hermanos que viven en situación de hacinamiento, y necesitan de una herramienta tecnológica que favorezca su autonomía y privacidad en sus procesos terapéutico. Ambos niños viven en un entorno complicado, en un espacio muy reducido, y esta herramienta favorece la debida independencia y el desarrollo del autocuidado, incrementa las probabilidades de interacción con el medio, de relacionarse con sus cercanos, sus redes, con los especialistas. En el fondo, los favorece en su crecimiento”, señala.
“La situación con los adolescentes, como el caso de Rocío, tiene sus particularidades, pues necesitan de su espacio íntimo para comunicarse y para desarrollar sus propias temas. Las herramientas tecnológicas durante la pandemia ayudan a proteger la individualidad de niños, niñas y adolescentes en relación con su entorno familiar y con sus redes”, agrega el especialista.
Pero no es lo único. Fundamor está apoyando la continuidad de las terapias psicológicas individuales con la entrega de un Kit Terapéutico a cada niño que ayuda a que puedan expresarse de forma natural y confiada. El kit favorece crear un setting en cada casa para profundizar en la continuidad de sus terapias. “Pensemos que muchos viven en menos de 40 metros cuadrados y no hay mucha privacidad. Ellos no se atreven a decir lo que les pasa, y la terapia de juego, que es lo que nos permite este kit, ayuda a que puedan expresarse” , explica la directora de Fundamor, Carola Gana.