La leyenda de San Jorge y el dragón
Los orígenes del mito
Según la leyenda, San Jorge nació a finales del siglo II en la Capadocia, actualmente en territorio turco y por entonces parte del Imperio romano. Hijo de Geroncio, oficial del ejército romano, y de Policromía, siendo muy joven se hizo soldado como su padre e ingresó en el séquito del emperador Diocleciano, donde acabó siendo uno de sus guardias personales. Pero en el año 303 la situación cambió radicalmente.
De soldado a mártir
Diocleciano puso en marcha un durísimo y violento asedio contra la comunidad cristiana en auge, lo que se conoce como "la gran persecución", y cuando conminó a Jorge a apostatar, este, cristiano confeso, rehusó renunciar a su fe. ¿El desenlace? El usual en la época: martirio y decapitación. La fecha de la ejecución fue el 23 de abril, cuando el mártir contaba apenas con treinta y pocos años. En la fachada del Palacio de la Generalitat de Cataluña podemos encontrar esta escultura que recuerda al mártir y la leyenda del dragón.
La leyenda del Dragón
Más allá de la veracidad de la leyenda, el culto a san Jorge pronto se extendió por el Imperio romano y con el tiempo, a todo el Occidente europeo. Es durante la Edad Media, en el siglo IX, cuando se populariza la célebre gesta de san Jorge como vencedor de un dragón que tenía atemorizados a los habitantes del lugar. Estos mantenían a la bestia entregándole a diario dos corderos para saciar su hambre. Pero los animales pronto escasearon y, en su lugar, se decidió mandar por sorteo a una persona. Un día la mala fortuna le tocó a la princesa, pero Jorge acudió a rescatarla blandiendo la espada a lomos de su caballo y mató al dragón. De la sangre del monstruo abatido brotó una rosa que el héroe regaló a la hija del rey.
"La leyenda del dragón, según la cual abatió a una bestia y liberó de su yugo a una ciudad o a todo un reino, contribuyó también a que fuera declarado patrón en diversos países como Inglaterra, Portugal, Bulgaria, Ucrania, Etiopía, Georgia…"
Para los vascos es Gorka o Jurgi; para los croatas, Juraj; para los suecos, Göran. En el dialecto ligur se le conoce como Zorzo y en gaélico, como Seoirse. San Jorge, el santo al cual nos referimos, ha prodigado su nombre y su popularidad en la práctica totalidad del planeta, gracias tal vez a la conmovedora historia ligada a su figura. Un relato del que no existe ninguna certeza histórica, pero que una tradición secular se ha encargado de enraizar profundamente en muchos rincones del mundo.
Jorge fue un soldado de Capadocia al servicio del emperador romano Diocleciano que murió mártir por no querer renunciar a su fe cristiana. Años después de su muerte fue canonizado y su atractiva historia lo convirtió en un paladín del imaginario medieval europeo, protector de caballeros y soldados, cruzados y templarios.
La leyenda del dragón, según la cual abatió a una bestia y liberó de su yugo a una ciudad o a todo un reino, contribuyó también a que fuera declarado patrón en diversos países –Inglaterra, Portugal, Bulgaria, Ucrania, Etiopía, Georgia…– y en otras tantas ciudades.
Y en el mundo occidental, donde la leyenda de San Jorge tiene una gran relevancia por ser a la vez el día de los enamorados y del libro. Para conmemorar la victoria sobre el dragón, así como a dos grandes de la literatura que también fallecieron un 23 de abril, pero de 1616, Shakespeare y Cervantes, las parejas, los amigos y los familiares se intercambian rosas y libros.