Movilizada por su sueño de construir un espacio seguro, atractivo y estimulante para los y las sobrevivientes de abuso sexual infantil (ASI), María Fernanda nos cuenta el camino recorrido de Fundación La María, un espacio en comunidad que ayuda a resignificar lo vivido.
Conoce más de su historia, su trabajo y cómo apoyarla para que puedan seguir transformando vidas.
La invitación de Fundación La María es a cambiar juntos la realidad de los sobrevivientes de abuso sexual infantil (ASI), ofreciendo un espacio seguro y estimulante para quienes buscan apoyo. María Fernanda Forttes (OG 2008), impulsada por su propia experiencia como sobreviviente de ASI, comparte cómo el doloroso proceso de sentirse no merecedora de cuidado, amor y atención la llevó a fundar este espacio de sanación y resignificación.
"Durante mucho tiempo, viví con la creencia de no merecer amor ni respeto debido al abuso que sufrí. Esta percepción distorsionada de mí misma me impulsó a habitar lugares donde no era validada. Fue entonces cuando decidí construir un espacio seguro y estimulante para todos los sobrevivientes, donde pudieran encontrar esperanza y avanzar en su proceso de sanación y resignificación”, nos cuenta Fernanda.
“Mi invitación para sobrevivientes y personas significativas es a atreverse con nosotros, a transformar esta realidad tóxica del abuso, el secreto y la soledad en una nueva, más sana y esperanzadora. Juntos, podemos cambiar la realidad a la que dolorosamente te has acostumbrado por una nueva, libre y liviana".
¿Este darte cuenta de que las cosas podían ser distintas ocurre durante tus años en el colegio o es un proceso posterior?
Yo creo que estuve muchos años en modo supervivencia, tratando de encontrar mi lugar. Fue durante los años de séptimo u octavo, entre los 12 y 13 años, cuando siento que la herida se grabó en mí. Cuando uno es más joven, no es consciente de lo que está sucediendo ni de la gravedad de la situación. Creo que parte de mi mayor herida tenía que ver con no sentirme vista. Por eso, era muy importante para mí en el colegio sentirme reconocida: fui presidenta de curso en varias ocasiones, gané el premio al Espíritu Georgiano, destacaba en deportes e incluso lideré, junto a otro compañero de mi generación, el primer "centro de alumnos de la básica" de manera no oficial y no votada, sino asignada.
En el colegio, sentir que las personas me veían y escuchaban era fundamental para mí, ya que sentía que había otras dimensiones de mi vida donde eso no sucedía. Quiero ser enfática en que esto no se debe a que mis padres no estuvieran presentes o fueran malas personas. Mis padres son los mejores que me podrían haber tocado en la vida, pero estas son cosas que a menudo escapan a la capacidad de cuidado que nuestra cultura está acostumbrada a brindar.
Fernanda y sus padres en su graduación de Cuarto Medio en 2008
¿Y cómo es el camino previo a construir este espacio que es Fundación La María?
Una vez que tomé conciencia de la gravedad de lo que me había ocurrido, alrededor de los 16 años, comencé un camino en busca de herramientas para enfrentar el dolor y comprender que no era algo malo en mí, sino algo terrible que me habían hecho. Inicié una búsqueda para encontrar lugares y espacios donde otros sobrevivientes de abuso pudieran compartir sus experiencias, pero inicialmente me sentí perdida.
Recuerdo que en algún momento estalló el caso Karadima, y José Murillo, Juan Carlos Cruz y James Hamilton se convirtieron en referentes para mí. Me preguntaba cómo habían logrado convertir algo tan horrible en una bandera de lucha y visibilización.
Este despertar de la idea de que toda esta energía, que es una carga, se puede canalizar hacia la acción fue fundamental para mí. Comencé un proceso terapéutico muy intenso, pues gran parte de mi infancia y adolescencia quedaron borrosas en mi memoria debido al dolor que experimenté. En 2016, decidí emprender acciones judiciales contra mi agresor y busqué ayuda en la Fundación para la Confianza. Como adulta, comprendí que era mi responsabilidad procurar el cuidado, la justicia y la reparación que necesitaba.
Al mismo tiempo que iniciaba el proceso judicial, me uní a los grupos de encuentro de la Fundación, donde experimenté por primera vez el apoyo de otros sobrevivientes de abuso en un entorno grupal. Había tenido terapias individuales anteriormente, pero nunca había compartido experiencias con otros sobrevivientes. A menudo, el abuso se vive en silencio, con culpa y vergüenza, por lo que este primer encuentro grupal marcó un cambio significativo en mi perspectiva.
En ese momento, tu vida profesional se desarrollaba en otro ámbito. ¿Cuándo cambia todo?
Como ingeniera comercial, trabajaba en ese entonces en Fiscalía Privada, una organización que ofrecía servicios de prevención de robos y persecución penal a grandes empresas. Me vestía todos los días de punta en blanco y me reunía con directores y altos ejecutivos. Me casé, y luego llegó la pandemia, que si bien cambió la forma en que todo el mundo se relacionaba, para mí, estando solos con mi marido, en proceso terapéutico y en confinamiento, me trajo muchas secuelas de la experiencia: sufría flashbacks frente a ciertos estímulos sensoriales, como olores, o me sucedía con algo tan concreto como los papeles murales, que me evocaban recuerdos desagradables. Mi mente empezó a liberar información a la que no había tenido acceso previamente, y eso se intensificó durante ese período, lo que me causó mucho malestar por bastante tiempo.
Y bueno, fue entonces cuando empecé a dibujar. En mis dibujos aparecía este personaje, que era La María. Me di cuenta de que La María era una representación de una niña que vive en mí, con la capacidad de hablar y contar cosas que a mí, como adulta, me costaba mucho poner en palabras o expresar.
Dibujando a La María y las cosas que estaba sintiendo, lo que estaba revuelto y apretado en mi interior, quedaba plasmado en el papel. Desde ese ejercicio pude abstraerme y observar de manera más sensata la forma en la que me estaba relacionando conmigo misma, con mis personas significativas, con mi profesión y desde ese lugar empecé a abrazar los cambios. Todo cambió, mis relaciones familiares, mis amistades, mis intereses y junto a eso mi convivencia con la experencia de abuso. Después pensé: "¿Y si le hago un Instagram a La María?" Y así La María salió al mundo.
¿Y cómo es este paso de La María personaje, a La María Comunidad y a Fundación La María?
Yo pensaba: nadie va a saber que soy yo, es solo un personaje. Entonces, creé la cuenta de Instagram y empecé a compartir algunos de mis dibujos. Al principio, algunos los publicaba y luego los borraba, otros los subía y los reforzaba después. Y, bueno, durante ese tiempo, la cuenta de Instagram empezó a ganar popularidad, y sobrevivientes de abuso de todas partes comenzaron a escribirme, desde Chile, Argentina, Canadá, México, agradeciendo por ese espacio, porque ellos también vivían situaciones similares y se sentían muy solos.
Entonces, recibir esos mensajes, sentir que estaba haciendo algo que me beneficiaba a mí misma y, al mismo tiempo, acompañaba a otros sobrevivientes de abuso, fue algo increíble. Mis flashbacks, las pesadillas y mi sintomatología empezaron a disminuir. Me sentía mucho más empoderada en mi día a día. Ver que algo que me estaba haciendo bien, podía ser útil para otras personas, que tuvieran la oportunidad de tomar su propia historia y hacer lo mismo que yo estaba haciendo con La María, y generar un impacto en su propio proceso, me llevó a la conclusión de que tenía que ser una fundación. Necesitábamos darle un enfoque específico y crear programas con este objetivo. Así es como nació Fundación La María. No puedo decir que fue por casualidad, porque no lo fue; creo firmemente que las cosas se presentan, tomas decisiones y lo materializas en acciones en el momento adecuado.
¿En qué ámbitos pudo influir en estas decisiones tu paso por el Saint George?
A nuestra generación le tocó vivir la revolución pingüina y mientras vivimos esa época de mucha euforia y mucho de cómo queremos cambiar el mundo, me tocó sentir también que había nuevos espacios para ser habitados: poder sentarse en grupo, escuchar a los demás, decir lo que pienso, imaginarme un futuro distinto y no solamente quedarse en el imaginarnos qué es lo que queremos, sino que también dar pasos en el hacer. En el entorno del Saint George se valora el espíritu crítico pero aún más lo que viene después: pasar a la acción. En mi pasada en el colegio tuve muchas oportunidades para ir del "no estoy de acuerdo con esto o no me gusta", a "¿qué voy a hacer yo al respecto? ¿qué tengo yo para ofrecer?"
Fernanda y sus compañeras durante la Semana Georgiana
Y hoy quienes se sienten motivados por el proyecto de Fundación La María, ¿cómo pueden pasar a la acción?
Hoy vivimos principalmente de donaciones, de la red de la Fundación, de distintas personas que generosamente nos aportan mensualmente un monto y eso nos ha permitido financiar los programas y existir, pero obviamente queremos más. Cada vez que abrimos convocatorias para los programas, nos llega mucha más gente de las que podemos atender y nos encantaría poder darle un espacio a todos. No podemos hacerlo porque es irresponsable abordar más de lo que podemos hacer de manera cuidadosa. Así que este año la meta es poder diversificar las fuentes de ingresos y poder llegar a más personas.
En mi caso personal tenía un montón de comodidades, que hoy no tengo, pero poder ser testigo del impacto en el proceso de otros sobrevivientes, y cómo se transforman en resignificadores de su propia experiencia es un lujo. En la Fundación nos esforzamos mucho para solamente existir, para pagar honorarios dignos a nuestros facilitadores, a nuestros psicólogos, a nuestro equipo ejecutivo. Emprender, ya es difícil, pero emprender en lo social lo es más.
Muchas veces las personas no tienen tiempo para involucrarse activamente, así que mi invitación es, si es que no puedes aportar con tiempo o conocimiento, aportar las cinco lucas que cuesta la cajetilla de cigarros o la piscola que no te tomaste a causas como la nuestra, porque pucha que lo necesitamos y estarás impactando de manera tan significativa en el proceso de personas que pucha que lo han pasado mal.
¿Cómo son hoy los programas de Fundación La María?
Tenemos dos modalidades: presencial y online. Pronto, además, las actividades presenciales se llevarán a cabo en una oficina de La María que estará ubicada en Providencia, específicamente en Coronel con Los Leones, gracias al generoso apoyo de unas emprendedoras que están llevando a cabo un proyecto multidisciplinario de desarrollo de las artes y oficios. Su emprendimiento se llama Alquimia y nos brindaron un espacio para que la fundación pueda recibir a las personas allí. Sin embargo, la modalidad online es lo que más hacemos, ya que ofrece la flexibilidad de conectarse desde cualquier lugar. Puedes sentarte en el auto o encontrar un rincón en tu casa para participar en estas experiencias grupales. Esto nos ha permitido llegar a personas de todas las regiones de Chile e incluso del extranjero. De hecho, ya existe una comunidad de la fundación en el sur de Chile donde realizan reuniones entre ellos.
También organizamos eventos, como uno que tendremos este 13 de mayo a las 19 horas en Oculto Beer Garden (General Salvo 38, Providencia) donde invitamos a nuestra comunidad a conectar, ser testigos del camino de resignificación de quienes participan en nuestros espacios, reflexionar en torno a una realidad que impacta de manera significativa en nuestra sociedad y por supuesto, a disfrutar de un excelente espectáculo de magia, buena música, regalos y sorpresas. Así que por favor siéntase desde ya muy invitados a participar.
Hoy estás viviendo en San Diego, en Estados Unidos. ¿Ha sido una dificultad o una oportunidad?
Ha sido un desafío por la diferencia horaria, pero al mismo tiempo, en San Diego se encuentran los mayores referentes mundiales en el tratamiento del trauma. Por eso, he estado aprovechando para formarme y certificarme en diversas áreas para poder transmitir esas herramientas a nuestro equipo en Chile.
Fernanda con el Dr. Bessel Van der Kolk, máximo investigador y exponente mundial en trauma. Autor del libro “The body keeps the score” o “El cuerpo lleva la cuenta” en español, fundador del Trauma Research Foundation y un agudo crítico de las aproximaciones clásicas de abordaje, tratamiento y acompañamiento de personas que sufren de trauma.
Aquí, a diferencia de Chile, a los psicólogos que ejercen como terapeutas se les exige mantenerse actualizados y capacitados. En los últimos cinco años, ha habido un cambio significativo en la forma en que se aborda el trauma de manera efectiva. Por lo tanto, todo lo que se aprendió hasta 2015 está obsoleto. Cuando se trata de abuso, es fundamental que los terapeutas tengan una formación específica en este ámbito. Además, es importante que tengan conocimientos en trabajo corporal, ya que se ha demostrado que una parte importante del proceso terapéutico ocurre a nivel somático.
Fernanda junto al Dr. Scott Lyon, uno de los grandes referentes del trabajo somático del trauma. Junto a Peter Levine son impulsores de espacios de formación y transformación como lo son “Ergos institute of somatic education” y “The embodylab”.
Apoya a Fundación La María
- Si deseas obtener más información sobre Fundación La María y conocer en detalle sus programas y actividades, te invitamos a visitar su sitio web en https://lamaria.cl/
- Además, puedes seguir sus actualizaciones y actividades en su cuenta de Instagram: https://www.instagram.com/fundacionlamaria/.
- Y si estás interesado en colaborar, ser parte del cambio y apoyar la misión de La María, también tienes la opción de convertirte en socio y contribuir con su importante labor en https://lamaria.cl/hazte-socio/