Es médico y toda su carrera la ha dedicado a la atención primaria, donde dice que cada día aprende algo nuevo de sus pacientes y que su mayor recompensa es poder estar allí para ellos. En el camino a conmemorar los 50 años del ingreso de mujeres al Saint George, la Dra. Tatiana Sánchez (MOG 1982) es un ejemplo de cómo la vocación de servicio y el compromiso son valores clave que nos deben seguir movilizando.
Toda la vida laboral de la Dra. Tatiana Sánchez Perry (MOG 1982) ha estado dedicada por completo a la salud pública. “Me ha traído mucha alegría. Valoro el día a día con mis pacientes, siempre aprendo algo nuevo de ellos y son mi principal motor”, reflexiona. “He trabajado en varios lugares, siempre dedicada a la Atención Primaria de Salud donde atendemos a los más vulnerables, personas con muchas necesidades en todo aspecto. A veces se trabaja en ambientes o situaciones difíciles y me quedo sin palabras frente a los relatos de ellos, donde a veces lo único que queda es dar consuelo”.
Un camino de servicio que mezcla vocación y valores. “Siento que mi gran logro es tener claro que me gusta lo que hago. Soy feliz aportando a la salud pública y mi recompensa es poder estar ahí para mis pacientes”. Algo que hoy se puso a prueba más que nunca debido a la pandemia, adaptándose a este enorme desafío. “La pandemia por COVID-19 ha sido para la Atención Primaria de Salud un fuerte remezón. A pesar de ‘saber’ lo que viene, este saber no era real hasta que empezamos con los primeros casos, y más casos y cada vez más”, cuenta Tatiana.
“En Atención Primaria aplicamos conocimiento y mucho sentido social. Nuestro modelo de atención de salud familiar y comunitaria sitúa a la persona y su familia al centro de nuestro quehacer. Las personas no solo necesitan un diagnóstico y medicamentos, también licencia médica para no perder sus trabajos, cajas de alimentos que se coordinan con la Municipalidad, orientación telefónica porque tienen muchas dudas y angustias, y a los adultos mayores más vulnerables hay que llevarles los medicamentos de sus enfermedades crónicas a la casa”, relata esta médico familiar que trabaja en el CESFAM de Lo Barnechea.
La Atención Primaria se ha reinventado y sigue haciéndolo con protocolos de prevención de infecciones para dar atención presencial cuando se requiere, para que no falten fármacos y contar con todos los elementos operativos. “Además hacemos búsqueda activa de casos, exámenes PCR, derivamos al hospital de base los casos graves y hacemos seguimiento de nuestros casos hasta el término de la cuarentena”, explica. “Hacemos lo posible para que no se nos complique nadie, que no tengan que ir al hospital, porque sabemos que allá están dando la batalla más dura”.
¿Qué rol jugó el colegio en construir la mujer que eres hoy?
Mirando desde donde estoy parada hoy, el Saint George´s College forjó en mí una actitud integradora y de respeto a la diversidad. Me obligó, y lo digo de buena manera, a incorporar en mi esquema mental y emocional las diferencias y que, a partir de éstas, se puede construir. Es un lugar donde se mezclan diferentes pensamientos, personalidades, con ideas que nos unen y otras que probablemente nos distancian, pero siempre en un clima protector y guiado por nuestros profesores. De alumna participaba en la Rama de Voleibol y nuestra entrenadora siempre nos inculcaba el trabajo en equipo. Ella me marcó. Al ganar un partido el éxito es efímero, pero una actitud de perseverancia, el compromiso, el espíritu de superación, el respeto por el otro, eso es lo que queda.
Con esa experiencia, ¿cuál es el espíritu georgiano que te gustaría entregar a las próximas 50 generaciones de mujeres?
Me gustaría compartir la vocación de servicio, el respeto por el que tenemos al frente, no importando su color de piel o credo o forma de hablar. Nada de eso es relevante si no entiendo que la persona al frente mío es un ser humano. Que siempre hay algo que podemos hacer por el otro; muchas veces cosas simples que dan grandes alegrías. Perseverar con nuestras convicciones, comprometerse con lo que nos mueve, no quedarse con la cáscara. Busquemos más profundo, donde creo encontraremos lo verdadero.
¿Cuál crees que fue el sello de las mujeres de tu generación?
Creo que somos mujeres con mucha fuerza interior, mujeres respetuosas del otro, que hacemos valer nuestros derechos pero sin pasar a llevar a nadie. Mujeres capaces de expresarse, solidarias, auténticas.
¿Cuál es tu reflexión respecto del espacio que tuvieron las mujeres en el Saint George en los años en que fuiste estudiante?
Me parece que las mujeres tuvimos un rol activador. En esa época había pocas mujeres en el colegio, había una clara mayoría de hombres, pero creo que supimos insertarnos bien, y desde esta convivencia mixta, surgieron muchas mujeres líderes en el colegio, en el deporte, en las artes, el centro de alumnos, y otros ámbitos. Creo que se dio un ambiente sano y propicio a la integración.
Si tuvieras que escoger una mujer de la comunidad georgiana que te ha servido como un modelo a seguir o que te ha inspirado, ¿a quién escogerías?
Difícil escoger una sola. Siento que he aprendido de muchas mujeres, tanto compañeras como profesoras. De las profesoras, la entrenadora de vóleibol, nos apoyó en todo momento, dio mucho por nosotras, me transmitió esa entrega por sus alumnas, la importancia de perseverar. De mis pares aprendí que, aunque seamos tan diferentes, podemos convivir, integrarnos y luchar juntas.
¿Qué tema o foco debería estar en el centro del evento de los 50 años de la llegada de mujeres al colegio?
La fortaleza que tenemos, la capacidad de integración, que el hecho de que hayan llegado mujeres al colegio es aceptar que hay un mundo que es de todos y de todas y que cada uno es importante. Juntos construimos mejor.
Y para terminar: ¿Qué es ser una (mujer) georgiana?
Ser una mujer georgiana es sinónimo de libertad, capacidad de expresión, aportar al otro, ser solidaria, luchadora. Es participar de manera activa y presente en el mundo laboral que escogimos. Es contagiar o esparcir nuestra alegría de disfrutar lo que hacemos.