Descubre cómo Cristián Fogar, OG 2007, un emprendedor georgiano, ha revolucionado la rehabilitación deportiva con KIFIT, impulsando un cambio significativo en el rendimiento de los deportistas de élite.
En su centro especializado van más allá de la técnica, priorizando la actitud, la salud mental y la conexión humana en cada proceso de recuperación.
En el mundo del deporte, la recuperación de lesiones es un componente vital para el éxito. Sin embargo, para Cristián Fogar (OG 2007), fundador de KIFIT, la rehabilitación va más allá de la mera recuperación física. Aquí exploraremos su trayectoria y cómo su enfoque integral ha transformado la manera en que se aborda la rehabilitación deportiva.
KIFIT se destaca como un centro pionero que redefine los límites de la recuperación y el rendimiento deportivo. Y más allá de la excelencia técnica, Cristián nos revela que el 70% del éxito radica en la actitud con la que se aborda a un paciente. En su visión, la salud mental desempeña un papel crucial, creando un ambiente donde las personas no solo se recuperan físicamente, sino que también se sienten acompañadas y apoyadas.
¿Cómo surgió la historia detrás de KIFIT y qué te inspiró para emprender este camino?
La historia de KIFIT ha sido, para mí, sumamente sorprendente a nivel personal. Mi trayectoria previa como kinesiólogo en la clínica MEDS fue fundamental para mi aprendizaje en herramientas y competencias técnicas. Aunque MEDS es reconocida como el mejor lugar desde el punto de vista técnico para la recuperación de lesiones, sentía que faltaba algo esencial: un ambiente agradable, personal, transversal y conectado por valores.
La semilla de KIFIT germinó a partir de la necesidad de explorar nuevas oportunidades en la recuperación de lesiones, buscando una kinesiología con una cultura y filosofía diferentes. Y en 2012, decidí dar el paso inicial, comenzando modestamente con una camilla en una consulta de dos por dos. Mi visión era recibir a los pacientes en un espacio propio, dedicando una hora completa para conocerlos verdaderamente y establecer vínculos significativos.
El flujo de pacientes empezó a crecer de manera exponencial, y quienes acudían se sentían agradecidos de que nos preocupábamos por la persona en todas sus dimensiones, y no solo como un número en una lista. Fue entonces cuando me di cuenta de que estábamos marcando la diferencia al ofrecer una experiencia de rehabilitación que iba más allá de lo puramente físico, abordando la importancia de la conexión humana y el cuidado integral del individuo.
Con más de 10 años de experiencia, ¿cómo evalúas la influencia de los aspectos físicos y técnicos en la recuperación de un deportista lesionado en comparación con los elementos emocionales?
En la industria de la salud, la medicina y el deporte es una cuestión fundamental centrarse en ciencias respaldadas por estudios y modelos de negocio probados. Sin embargo, desde mi perspectiva, el porcentaje más significativo y prioritario para la recuperación se encuentra en el ámbito de la salud mental y emocional. La conexión emocional y la sensación de acompañamiento que brindamos al paciente o deportista superan, al menos en mi experiencia, el 60-70% de la ecuación total.
En otras palabras, más allá de la corrección técnica de la lesión, considero que el bienestar emocional y mental juega un papel crucial en la eficacia del proceso de recuperación. En KIFIT, nos esforzamos por abordar integralmente cada dimensión del individuo, reconociendo que el apoyo emocional no solo complementa, sino que potencia la eficacia de las intervenciones técnicas.
¿Puedes compartir un caso inspirador de recuperación que destaque en tu memoria?
Uno de los casos que ha dejado una huella profunda en mi corazón es el de Ignacia Montt, también exalumna del St. George. Su trayectoria como atleta profesional coincidió con los primeros años de mi proyecto, y desde entonces hemos estado apoyándonos mutuamente, forjando una conexión especial desde 2015.
Lo que hace que su historia sea conmovedora va más allá del simple incremento cuantificable en su rendimiento. Es un testimonio poderoso de lo que sucede cuando los deportistas se sienten genuinamente acompañados, sostenidos de la mano, abrazados, amados y cuidados por su equipo. Este apoyo no solo eleva el rendimiento, sino que se convierte en un impulsor mucho más significativo que un podio o unas centésimas de segundo. La sensación de acompañamiento no solo motiva al deportista, sino que también nos invita a inspirar a otros y ser agentes de cambio en la vida de las demás personas.
En el caso de Ignacia, ha buscado no solo mejorar su rendimiento, sino también inspirar valores positivos que trasciendan en la sociedad. En KIFIT, nuestra visión va más allá de los resultados deportivos; buscamos que los y las deportistas se conviertan en catalizadores de nuevas prácticas, culturas y valores. Queremos ser parte de la construcción de agentes de cambio que promuevan una sociedad más saludable y positiva.
¿Cómo influyó tu paso por el Saint George en tu vida personal y profesional?
KIFIT es un reflejo directo de los valores que absorbí durante mi tiempo en el colegio. Desde el compromiso con proyectos de acción social hasta el liderazgo y la inquietud constante, el colegio sentó las bases que han impactado significativamente mi vida.
¿Cuál es el papel que desempeñaron los valores del colegio en la gestación de KIFIT?
Los valores del Saint George moldearon mis habilidades duras pero especialmente las blandas. La vocación de servicio y los proyectos de acción social del colegio fueron cruciales para desarrollar mi capacidad de empatía, una habilidad esencial para lograr la adherencia de los pacientes en sus procesos de recuperación mental o física. Además, las lecciones del sacrificio por el compañero y la priorización del objetivo colectivo sobre el individual, aprendidas a través del deporte en el colegio, continúan siendo pilares fundamentales en mi enfoque diario.
Hablando del deporte en el colegio, ¿cómo influyó tu experiencia allí en tu mirada sobre el éxito?
Tuve mucha suerte en el colegio, porque me tocaron generaciones súper exitosas desde el punto de vista deportivo. En mi prebásica, fui formado en atletismo y ganamos todo; siempre fui súper rápido y ganaba cosas. Después, en el fútbol, salimos campeones en todo el deporte escolar todos los años, y ganamos un viaje a Alemania a ver el Mundial de Fútbol. Y esas experiencias me enseñaron que, más allá de alcanzar el primer lugar o el podio, lo verdaderamente significativo radica en las lecciones y el enriquecimiento que ofrece la experiencia en sí misma. No es solo el logro en sí, sino lo que aprendes y experimentas en el camino hacia ese logro.
Pensando en todo esto, ¿qué es para ti el espíritu georgiano?
El espíritu georgiano, para mí, es auténtico, es original y proactivo. Es inquieto, curioso, innovador, y positivamente rupturista. No se trata solo de individualidad, sino de unidad colectiva. Para mí, el espíritu georgiano representa la oportunidad de dejar una trascendencia y legado, enfocado en la transparencia y la honestidad. Lo veo como un corazón noble, un impulsor de acciones que conecta con los demás. Es el creador de oportunidades, no alguien que se queda con los brazos cruzados, sino quien sale, conecta, trasciende en la gente y deja una huella duradera en personas, equipos y culturas organizacionales. Es aquel que genera cambio y legado.