Valentina Araya (OG 2009) y su “Proyecto Aprender” transforman la escuela en una experiencia viva
hace 8 mesesEn solo cuatro años, Proyecto Aprender ha capacitado a más de 500 profesores, impactando la experiencia de aprendizaje de más de cinco mil estudiantes. Su éxito radica en un principio fundamental: cuando los niños encuentran sentido en lo que aprenden, todo cambia.
Partieron en Puerto Varas, en la Región de Los Lagos, preguntándose por qué el sistema escolar actual no conecta con los estudiantes. “Problemas como el ausentismo, la violencia escolar y la desmotivación no son solo síntomas aislados, sino el reflejo de una educación que no dialoga con la realidad de los niños”, explica Valentina, quien agrega que también buscan renovar el rol docente, alejándose de capacitaciones teóricas que no generan cambios reales e invitando a vivir el aprendizaje, generando experiencias que transforman.

Hoy, su impacto se extiende por las regiones de Los Lagos, Los Ríos y La Araucanía, y su meta es clara: llegar a todo Chile. Con una comunidad de mentores y aliados estratégicos, Valentina y su equipo están demostrando que aprender puede ser una experiencia significativa, desafiante y, sobre todo, emocionante.
¿Cómo nace la idea de Proyecto Aprender?
La idea tomó forma concreta al llegar a Puerto Varas, pero sus raíces se encuentran en una inquietud que compartíamos mi socio, José, y yo desde hace tiempo. Ambos, con experiencia en educación, observábamos una desconexión entre los métodos tradicionales y las necesidades actuales de los estudiantes.
Nos preocupaba la persistencia de un modelo educativo que, en esencia, no ha cambiado en más de un siglo: clases expositivas, memorización y un ambiente que a menudo sofoca la curiosidad. Esta realidad se traducía en lo que llamamos una 'pandemia de aburrimiento', acompañada de un rendimiento académico que, a pesar de los esfuerzos, no alcanzaba los resultados esperados.
La pandemia de COVID-19 actuó como un catalizador, exponiendo las fragilidades de un sistema que ya mostraba signos de agotamiento. Mi experiencia como subdirectora durante ese periodo fue reveladora. Al liderar la transición a la educación a distancia, me enfrenté a desafíos como la falta de conectividad y recursos en muchos hogares. Sin embargo, también descubrí el potencial de un enfoque diferente. Diseñamos ciclos de aprendizaje interdisciplinarios, proyectos y materiales educativos adaptados a las circunstancias de cada estudiante. Los resultados fueron sorprendentes: logramos involucrar a todos, incluso a aquellos con necesidades especiales, y despertar su entusiasmo por aprender.
Inspirados por los principios del aprendizaje profundo, decidimos transformar esta experiencia en un proyecto concreto. Nos sumergimos en la investigación, diseñamos un programa y, en un tiempo récord, lo llevamos a la práctica. En agosto de 2021, ya estábamos implementando Proyecto Aprender en un liceo, aprendiendo y ajustando el programa en el camino. Desde entonces, hemos continuado perfeccionando nuestra propuesta, siempre con la convicción de que la educación puede y debe ser una experiencia transformadora.
¿Cómo fue esa primera experiencia piloto del programa en Puerto Varas?
La primera experiencia piloto del programa en Puerto Varas fue un momento crucial para nosotros. Nos acercamos a un liceo local, les presentamos nuestra propuesta y les ofrecimos implementar el programa de forma gratuita, dejando claro que se trataba de una prueba piloto.
El programa, diseñado como un modelo B-Learning, combina el aprendizaje en línea a través de una plataforma digital con sesiones presenciales interactivas. Y el recibimiento por parte del liceo fue extremadamente positivo. Esta experiencia nos brindó la oportunidad de poner a prueba el programa en un entorno real y de recopilar valiosos comentarios que nos permitieron pulir y mejorar nuestra propuesta.
Uno de los aspectos clave de nuestro enfoque es la capacitación inmersiva para los profesores. A diferencia de los talleres teóricos tradicionales, donde los docentes reciben información de forma pasiva, nosotros los involucramos activamente en el proceso de aprendizaje. Los profesores experimentan las actividades y metodologías que luego aplicarán en sus propias aulas, lo que genera un impacto mucho más profundo y duradero.
"Recuerdo particularmente el caso de un profesor de un liceo emblemático de Puerto Montt. Al inicio de la capacitación, se mostraba desmotivado y escéptico. Sin embargo, al finalizar la primera sesión, nos expresó su entusiasmo y su deseo de continuar participando. Este tipo de experiencias nos ha confirmado que el programa logra conectar con los profesores a un nivel personal y profesional, y que les brinda herramientas prácticas y efectivas para transformar sus prácticas pedagógicas."

¿Alguna historia o caso que haya sido especialmente significativo para ustedes?
"Tenemos muchas historias que nos han conmovido. Hace poco, por ejemplo, visité un colegio donde estábamos implementando el programa y observé una clase en particular. Los estudiantes estaban trabajando en grupos, visiblemente entusiasmados y comprometidos con la actividad. Al conversar con la profesora, su respuesta me impactó profundamente".
Nos contó que cuando comenzaron hace unos meses, su disposición era nula, que no quería capacitarse, ni cambiar la metodología: “Me sentía desmotivada, el grupo de estudiantes me resultaba particularmente difícil, y cada clase se convertía en una carga emocional”. Contó que cuando le asignaron la implementación del proyecto con ese mismo curso, anticipó un resultado adverso, pero que finalmente descubrió que los alumnos disfrutaban enormemente el trabajo en equipo. “No solo se divirtieron, sino que también se esforzaron y colaboraron de manera productiva”, explicó. Esto le permitió dedicar tiempo a interactuar con cada grupo, conocer mejor a sus estudiantes y establecer un vínculo más cercano con ellos. Comenzó a disfrutar de las clases y a observar un progreso significativo en el aprendizaje de sus alumnos. Y lo que antes era una carga se transformó en una experiencia gratificante para todos.
Además, en ese mismo colegio, presenciamos un fenómeno extraordinario: la participación activa de los padres y apoderados. Comenzaron a involucrarse en las actividades escolares, ofreciendo su apoyo y compartiendo sus conocimientos con los estudiantes y profesores.
El director nos relató cómo muchos padres se acercaban a él, expresando su deseo de colaborar y contribuir con sus habilidades y experiencias. Se creó una verdadera comunidad de aprendizaje, donde el colegio trascendió su función académica y se convirtió en un espacio de encuentro y participación para toda la comunidad.
¿El enfoque del proyecto ha sido mejorar el aprendizaje de los estudiantes o la motivación de los profesores?
"Ambos. Vimos que la falta de motivación en los docentes afectaba el aprendizaje de los alumnos. Muchos enseñaban de manera repetitiva porque no tenían recursos ni apoyo. Nos preguntamos: ¿cómo lograr que los profesores se re-encanten con su labor y, a la vez, los estudiantes se involucren más? Así creamos una metodología con herramientas accesibles y dinámicas que hacen que los docentes disfruten enseñar nuevamente. Y cuando ellos se entusiasman, los estudiantes también".
"En educación hay miles de problemas superficiales, no porque no sean importantes, sino porque se ven fácilmente en el día a día: ausentismo, violencia escolar, convivencia, exclusión, deserción. Pero todos responden a algo más profundo: el compromiso escolar, o school engagement, que en inglés refleja mejor el concepto. El engagement se divide en tres dimensiones: afectiva, cognitiva y conductual. Tiene que ver con cuánto sentido de pertenencia sienten los estudiantes en su colegio, qué tan felices van a clases, si están dispuestos a enfrentar desafíos cognitivos, a aprender del error y a perseverar. Y cuando el compromiso escolar mejora, todos los demás indicadores también mejoran: asistencia, rendimiento, convivencia".
Vale explica que eso es clave, porque en Chile muchas soluciones son parches. Si hay problemas de asistencia, se lanza una campaña; si hay conflictos de convivencia, se organiza un focus group. Pero la raíz del problema es que los niños y niñas no le encuentran sentido al colegio ni lo disfrutan. Pasan ocho o diez horas al día ahí, cinco días a la semana. Es un despropósito que pasen la mayor parte de su tiempo en un lugar que no les gusta y que sienten que no les sirve. "Nuestro foco es mejorar el compromiso escolar y medir nuestro impacto, evaluando si el compromiso cognitivo, afectivo y conductual de los estudiantes mejora un año después del programa".
Proyecto Aprender lanzó, además, una herramienta de inteligencia artificial llamada FITO para apoyar la labor docente.
Existe consenso en que las metodologías de aprendizaje deben actualizarse para responder mejor a la actualidad y al futuro. Con FITO, el trabajo de planificar actividades innovadoras y significativas, que antes tomaba semanas o meses, ahora se puede hacer de forma rápida, creativa y con alta calidad.
"Sabemos que la inteligencia artificial tiene riesgos, pero también un enorme potencial. Lo más importante es que los estudiantes ya son expertos en usarla. Por eso, como docentes, tenemos el deber de dominarla y aprovecharla para el aprendizaje. No hay manuales para la IA; la única forma de aprender a usarla es experimentando. Al igual que un tutor humano, FITO no reemplaza al docente, sino que le inspira y le entrega ideas creativas que éste adapta, mejora y perfecciona. FITO se convierte en un compañero que sugiere proyectos, actividades, evaluaciones y productos de aprendizaje, guiando al profesor o profesora en cada paso. Así, juntos co-construyen proyectos en muy poco tiempo, optimizando el proceso de enseñanza".
Vale dice que la construcción de redes ha sido un pilar fundamental en el desarrollo de Proyecto Aprender. Como emprendedores, han sido conscientes desde el inicio de que la innovación educativa requiere de un ecosistema de colaboración sólido y diverso. Emprender en educación, y particularmente en un proyecto que desafía los paradigmas tradicionales, implica enfrentar obstáculos constantes. "El sistema educativo, en ocasiones, se muestra resistente al cambio, lo que nos ha exigido perseverancia y una visión clara de nuestro propósito. En este contexto, la creación de alianzas estratégicas se ha convertido en una prioridad. Hemos conformado un consejo asesor de primer nivel, integrado por líderes como Leo Prieto, Manuel Rozas, Nicola Schiess y Crystal Logan. Su experiencia en el mundo del emprendimiento, aunque no necesariamente en el ámbito educativo, ha sido invaluable. Nos han brindado orientación, apoyo y perspectivas diversas, enriqueciendo nuestra visión y estrategia".
Además, han establecido alianzas con instituciones como la Fundación Mustakis, que ha sido un aliado clave en su crecimiento. Su apoyo no solo se ha traducido en recursos, sino también en oportunidades de networking y visibilidad. Recientemente, los invitaron a participar de un encuentro con el vicepresidente ejecutivo de CORFO y el presidente de Fundación Chile, y ser parte de un panel en su Encuentro por la Innovación en Educación, lo que nos permite fortalecer nuestra red de contactos y explorar nuevas vías de colaboración.
En este sentido, es importante destacar que, si bien hemos logrado avances significativos, la búsqueda de financiamiento continúa siendo un desafío. Tenemos un modelo de negocios sólido, que es algo que casi no se ve en las nonprofit. Nuestro foco está en facturar, vendiendo el programa a colegios y empresas. Pero también entendemos que para escalar, el apoyo de donaciones y la filantropía son muy útiles. Por lo tanto, extendemos una invitación a aquellos que compartan nuestra visión transformadora de la educación a sumarse a este proyecto.
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