Gonzalo de la Barra, OG 1982, tiene más de 35 años de experiencia en cargos clave de marcas reconocidas como BMW, MINI, Audi, Hyundai y Jaguar. Más que una carrera, es un profundo entendimiento del negocio automotriz y de las personas que lo mueven. Lo que empujó a Gonzalo a independizarse fue la madurez de quien ha vivido los procesos desde dentro y ha detectado con claridad los vacíos del mercado. Identifica oportunidades, desarrolla una mirada crítica y estos marcarían su visión como fundador de G2 Automóviles.

“G2 no nace sólo como una empresa, sino como una respuesta a una necesidad latente: recuperar la credibilidad del mercado de autos usados en Chile”. Gonzalo entendió que lo que más valora el cliente es la confianza y la tranquilidad. Por eso, el sello distintivo de G2 es una comunicación clara, la metodología no es improvisada: cada vehículo es revisado por empresas externas, se entregan informes técnicos y se establece un precio con base en un análisis profundo de mercado. Todo el modelo está diseñado para que comprador y vendedor se sientan acompañados, comprendidos y protegidos.

Sobre los desafíos encontrados en su camino: “Curiosamente, el reto no es vender autos. El verdadero desafío está en construir relaciones duraderas con los clientes. “Vender el segundo auto” es la verdadera prueba de confianza. En una industria tan competitiva, marcada muchas veces por la desconfianza, fidelizar a un cliente implica más que cumplir una promesa: requiere mantenerla, sostenerla en el tiempo y demostrar con hechos que el compromiso va más allá de una simple transacción”.

Al recordar sobre su paso en el colegio, cuenta: “El colegio no solo entregó conocimientos, sino también una base ética y valórica sólida. Desde el respeto hacia la honestidad, pasando por el trato digno con colaboradores y clientes, este emprendedor valora su paso por el colegio Saint George como una escuela de humanidad, donde aprendió que el éxito profesional sólo es posible si va de la mano con la integridad personal. Hay un fuerte sentido de gratitud y pertenencia que se proyecta incluso en su manera de liderar”.

¿Qué consejo darías a alguien que quiere emprender en esta industria?

“No hay atajos. Se necesita constancia, orden, resiliencia y una profunda orientación al cliente. El mundo automotriz puede parecer glamoroso desde fuera, pero es duro, cambiante y lleno de desafíos. Lo que marca la diferencia no es la venta en sí, sino la relación que se construye a partir de ella. El objetivo no es solo cerrar negocios, sino abrir vínculos a largo plazo”.

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